Descriptivo el apelativo asignado por la Historia oficial para la curiosa etapa del pontificado del 904 al 935, conocida también como el "gobierno romano de las cortesanas" y que abarca el mandato de siete Papas.
Detalle del cuadro "Le Pape Formose" de Jean-Paul Laurens. Es el preludio de la época referida. A 9 meses de la muerte del Papa Formoso, en febrero de 897, Esteban VI erigió un tribunal y aplicó al difunto la ley romana damnatio memoriae, o condena de la memoria, castigo póstumo contra enemigos del Estado. Se exhumó el cadáver, momificado y podrido, el cual se adornó con el manto, sandalias papales, tiara en la cabeza y el cetro pontifico en las manos, sentado y amarrado en el trono lateranense para que respondiera a las acusaciones.
León V fue sumo pontífice durante un mes antes de ser encarcelado por un usurpador, el cardenal Cristóbal. Sergio III (conde de Tusculum y Papa de 904 a 911) se libró de ambos dándoles muerte. Exhumó por segunda vez a Formoso -fallecido hacía ya 10 años- y le hizo condenar en juicio de nuevo (curiosamente Formoso había ordenado al propio Sergio). Como providencia, decapitó el cadáver de Formoso y le amputó tres dedos más antes de lanzarlo al Tiber. Sus restos sin cabeza fueron descubiertos por un pescador y aún volvieron después al Vaticano.
Cuando Marozia se convirtió en la manceba de Sergio III, tenía 15 años y él 45. Tuvo un hijo del Papa a cuya carrera se consagró. Sergio III murió 5 años más tarde, tras 7 de pontificado repletos de sangre, intrigas y pasiones. Su madre, Teodora, ya había hecho y deshecho en el trono papal cuando tomó a su amante favorito, lo elevó primero de obispo de Bolonia a arzobispo de Rávena y, al final, lo colocó en marzo del 914 en el papado como Juan X. Entonces Marozia tenía 22 años: su hijo era demasiado joven para el papado, incluso para aquella época. A sugerencia del nuevo Papa, Marozia casó con el noble Alberico, el cual pronto intentó un golpe prematuro para apoderarse de la dirección de Roma, por lo que perdió la vida. El Papa Juan X obligó a la joven viuda a contemplar su cadáver mutilado. Fue un error: una mujer que se había tirado a Sergio III, y con un segundo hijo fruto de Alberico, aspiraría sólo a la venganza.
Tras fallecer Teodora, en 928, Marozia encarceló al pontífice antes de ordenar que fuese ahogado. Su hijo mayor tenía 17 años, pero había sido preparado para el papado gracias a una vida inmerso en la corrupción. Los dos Papas siguientes tuvieron un breve pontificado, uno y otro desaparecieron en "misteriosas" circunstancias. Con 20 años, el hijo de Marozia y de Sergio III se convirtió en el Papa Juan XI. El próximo paso era convertirse en Emperatriz en su tercera boda, con el rey de Provenza Hugo. Sin embargo, Alberico hijo intervino: se apoderó de Roma, Hugo abandonó, Alberico puso a Juan XI -su hermanastro- bajo arresto permanente (muriendo 4 años después) y metió en prisión a su propia madre durante 15 años.