En la blogesfera y en otros lugares durante los últimos meses se ha venido publicando acerca de "la revolución silenciada en Islandia", denunciando cómo los medios gustan de mostrar el aspecto violento de las revueltas en los países árabes mientras ocultan una supuesta transformación profunda que desde hace poco viene produciéndose en esta isla ártica. El devenir de los acontecimientos a raíz de la quiebra de finales de 2008 se resume en puntos como:
- Nacionalización de gran parte de la Banca.
- Primeras manifestaciones en su historia. Gobierno de turno obligado a dimitir por parte de la presión popular a principios de 2009, tras solicitar aquél ayuda al FMI.
- Elección de una Primera Ministra lesbiana.
- Negativa en referendum a pagar la deuda con los bancos parásitos (con centrales en Holanda y, sobre todo, Reino Unido). Banqueros nacionales culpables del crash detenidos, juzgados y encarcelados o bien en el exilio.
- Alcaldía de Reykjavík para un partido paródico liderado por un cómico.
En tales artículos se comenta que este país, cuya tradición democrática se remonta a 930 con la asamblea Althing, está emprendiendo su propio camino al margen de las directrices de los entes macro-económicos. Se aportan datos como que es un territorio independiente de los combustibles fósiles gracias a la energía que extrae de sus fuentes termales. Que hay libertad de prensa veraz y es un paraíso informático donde se puede publicar legalmente sin censura toda información comprometida.
Cacerolada frente al Parlamento, enero 2009.
Parte de los argumentos expuestos anteriormente son ciertos. Pero, por desgracia, otros no: En un anterior post citamos que el consistorio de la capital se había dejado de bromas y había entrado a trapo en las labores de gobierno con recortes sociales. En este artículo se explica más: La banca no está nacionalizada, se sigue pagando deuda y en breve se convocará otro referendum para asumir el pago pendiente, los responsables de la crisis no están encarcelados (aunque sí alguno en busca y captura)...
Sin embargo, no todo es decepcionante, ni mucho menos. Hay motivos para que sus habitantes estén orgullosos de su país, como su naturaleza gélida y salvaje, sus volcanes y géisers, o la iniciativa personal de Sigurour Hjartarson que en 1976 fundó en Húsavík la Faloteca Nacional de Islandia.
En ella se albergan, a fecha de hoy, 273 ejemplares de 92 especies diferentes de animales. Una de las ausencias es de la especie Homo sapiens, pero ya se ha ofrecido algún futurible donante voluntario a título post-mortem.
Actualización a 12 de abril: En el reciente 2º referendum se ha vuelto a rechazar el pago de la deuda bancaria a cargo de los fondos públicos. De todas formas, el Presidente Grímsson ha respondido a las amenazas vertidas desde Reino Unido y Holanda, asegurando que ambos países serán más que recompensados por la quiebra del Landsbanki. Por otra parte, el Museo del Pene ya cuenta con un especímen humano.