Más sobre animales. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, y que a estas alturas parece ser que en algún parlamento autonómico del nordeste peninsular hacen como que debaten la prohibición de las corridas (en Canarias ya son ilegales hace tiempo, mientras, los fascistas de toda la vida para mayor choteo en sus taifas particulares las declaran "bien de interés cultural"...) y ante la exposición de majaderías con la que abochornan al personal, hablemos pues de la Tauromaquia, esa Ciencia -que no Arte- la ciencia de la tortura para diversión de unos cuantos bípedos. El artículo se compone de retazos de otros ya existentes con aportaciones propias.
Nada en la corrida de toros es genuino, sólo el dolor. 24 horas antes de entrar en la arena, la res ha sido sometida a un encierro a oscuras para que al soltarlo, la luz y los gritos de los espectadores lo aterren y trate de huir saltando las barreras, lo que produce la imagen en el público de que el toro es bravo y feroz, pero la condición natural del toro es huir, no atacar.
Le recortan los cuernos (donde posee terminaciones nerviosas) para proteger al torero. Le cuelgan sacos de arena en el cuello durante horas. Lo golpean en los testículos y en los riñones, le provocan diarrea poniendo sulfatos en el agua que bebe para que llegue débil y desorientado al ruedo. Le untan grasa en los ojos para dificultar su visión y en las patas una sustancia que le produce ardor y le impide mantenerse quieto para no deslucir la actuación del torero. Las banderillas aseguran que la hemorragia siga, intentan colocarlas justo en el mismo sitio ya dañado con los ganchos de metal. El gancho se mueve dentro de la herida con cada movimiento del toro y con el roce de la muleta, el peso de las banderillas tiene precisamente esa función.
La pérdida de sangre, la confusión, el agotamiento y las heridas en la espina dorsal impiden que el toro levante la cabeza de forma normal y es cuando el torero aprovecha para acercarse y hacer el chuloputas ante los aplausos de los inductores de esta barbarie.
Tras los pertinentes pases pensados para acabar de marear a la víctima, el torero atraviesa con una espada de 80 cms de longitud el cuerpo del animal, que puede llegar a destrozarle varios órganos internos (hígado, pulmones, pleura...) y arterias. En la hora de la "suerte final", la muerte no es instantánea. El toro moribundo, en un intento desesperado por sobrevivir, se resiste a caer, y suele encaminarse penosamente hacia la puerta por la que lo hicieron entrar, buscando una salida a tanto maltrato y dolor. Pero entonces lo apuñalan en la nuca con el descabello, otra espada con una cuchilla de 10 cms. A pesar de estos terribles tormentos, el animal no suele morir de inmediato por su gran fuerza, pero finalmente cae al suelo... Bonito y "artístico" ¿no?.
La función de las bandas y charangas, que mientras tanto tocan pasodobles y otras mierdas, ya no es tanto amenizar la masacre sino ocultar los gemidos de dolor del astado. Hay algunos veterinarios (vendidos a las mafias del negocio* taurino) que arguyen que el animal "realmente no sufre" desde el punto de vista de cómo lo vemos los humanos, pues es un ser "preparado" para esas estocadas y embites. Cualquiera que conozca un poco de biología animal puede percatarse de la estulticia de esa afirmación, así como de otras con las que los defensores de esta brutalidad pretender argumentar: que si es el toro bravo es una especie que se hubiese extinguido, que si es una tradición cultural, que si el toro vive feliz ante de llegar a la plaza, que si es una actividad económica que dejaría sin trabajo a centenares... etc. Una serie de gilipolleces fácilmente rebatibles con dos dedos de frente, y que por falta de espacio obviamos aquí; el objetivo es recordar que el toro sufre y mucho la tortura a la que es sometido por parte de unas bestias humanoides. En cualquier caso, dejamos un artículo extenso -redactado en 1998- sobre el tema aquí (hosting en megaupload, formato pdf, comprimido en zip) o aquí (hosting en feboshare), incluso aquí (leer en scribd).
Por último, una pequeña selección de frases alusivas a la tauromaquia por parte de personajes célebres (lo importante es el mensaje, no quién lo dice):
- Los madrileños se acercan al circo a ver un animal tan bueno como hostigado, que lidia con dos docenas de fieras disfrazados de hombres. Mariano José de Larra (periodista y escritor).
- Las corridas de toros son un vicio de nuestra sangre envenenada desde antiguo. Jacinto Benavente (dramaturgo premio nobel de literatura).
- Las corridas son un espectáculo con un suplicio paulatino. Miguel Delibes (escritor).
- Y de repente [el toro] miró hacia mí. Con la inocencia de todos los animales reflejada en los ojos, pero también con una imploración. Era la querella contra la injusticia inexplicable, la súplica frente a la innecesaria crueldad. Antonio Gala (escritor).
- España es el pueblo que ha tenido más guerras civiles debido a la influencia funesta de la fiesta de los toros. Gregorio Marañón (historiador).
- Me enorgullezco de no haber figurado nunca entre la clientela de las corridas de toros. Santiago Ramón y Cajal (histólogo premio nobel).
- La fiesta nacional es la exaltación máxima de la agresividad humana. Félix Rodríguez De la Fuente (naturalista).
- Entre el torero y el caballo, estoy por el caballo, y entre el toro y el torero, por el toro. Si el torero mata al toro hay ovación. Si el toro mata al torero, en ver de respetarle la vida, se le echa otro torero. No hay juego limpio. Santiago Rusiñol (pintor).
- La tauromaquia me ha parecido siempre una monstruosidad, una repugnante salvajada. La tortura del toro en el ruedo no es sino un crimen deleznable y odioso. Pablo Sorozábal (compositor).
- ¡Que guste España de ver / una fiesta tan maldita! Tirso de Molina (dramaturgo).
* En varias ciudades y pueblos de la "piel de toro" es ésta una actividad financiada con fondos públicos. El dinero negro que se mueve alrededor no es moco de pavo: Pagos a médicos y enfermeros, tratos entre autoridades y ganaderos...
30 de marzo de 2010
crueldad y cobardía de los que participan en la "fiesta nacional"
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