Vuestros negocios con la radioactividad / llegan a nosotros como una enfermedad / Paz nuclear, guerra sin declarar / paz a los hombres de buena voluntad / Cáncer... de músculos, de pulmón, de médula espinal. (La Polla Records, 1987)
Temer a la energía nuclear es como tener miedo a los eclipses de luna o de sol. Miguel Sebastián (Ministro de Industria, 16 de febrero de 2010)
El peligro de las armas nucleares no se debe a su propia capacidad de destrucción in situ, sino a su poder descomunal como contaminante radiactivo. Ocurrió en Almería el 17 de enero de 1966: por una extraña maniobra con la intervención dos aviones (¿o fueron tres en realidad?), se bombardea la costa frente a la pedanía de Palomares. La versión histórica cuenta que lo sucedido se debió a un accidente en la operación de repostaje entre un avión B-52 y otro de reaprovisionamiento KC-135 con el resultado de su colisión y varias bombas con Plutonio, Uranio y Americio impactando en tierra y mar. Tras ello, se puso en marcha una confusa y soterrada batalla de rumores y desmentidos: testigos que desapareciron o fueron callados (más tarde intenvendrá también, como en tantas otras ocasiones, la untura para tapar bocas), y un ministro que brindó al respetable un espectacular baño marino en calzones para rebatir in situ el peligro radiactivo.
Arriba, famosa foto oficial de abril de 1966, se comenta que a unos cuantos kilómetros más allá del punto de bombardeo. Abajo, la versión por parte de Idígoras y Pachi, más fiel al verdadero espíritu del hecho en sí.
Durante unos meses, tropas yanquis de la VII Flota ocuparon la playa de Quitapellejos para dedicarse a descontaminar la zona llevándose en varios miles de bidones parte del Plutonio esparcido en la arena. Además, una quinta bomba, ocultada por el gobierno estadounidense, no llegó a recuperarse. La zona quedó contaminada, especialmente la comprendida dentro de un área de aproximadamente 60 hectáreas. Entre el secretismo y el oscurantismo, durante todo este tiempo no se ha efectuado (mejor dicho, no se ha divulgado) un estudio completo y específico con datos epidemiológicos y de radiactividad entre la población, flora y fauna local. Actualmente, Palomares es la localidad más radiactiva de la Península Ibérica. En 25 años parte del Plutonio restante derivó en Americio, otro elemento radiactivo mucho más volátil.
Pinchar para ampliar: infograma explicativo del suceso referido con la versión conocida, que reproducimos aún siendo originalmente publicado por un rotativo tan apestoso como "El País" (dirigido por el bielderbergero ex-franquista J.L. Cebrián) en diciembre de 2010.
¿Qué hacía la Fuerza Aérea de los USA transportando bombas nucleares frente a las costas del sudeste ibérico? ¿Fue el incidente casual; y en caso contrario, qué motivaciones o razones pudieron intervenir? Entre la conspiranoia se citan operaciones relacionadas con factores como la neutralización del potencial turístico del terreno, la posible expansión de la Disney en Europa, y oscuros intereses de Hollywood.
Dos años después, un accidente muy parecido y con efectos idénticos sobre el lugar ocurrió cerca de la base militar de Thule (Groenlandia), y unos meses más tarde, al lado de las Azores se perdieron otras cuantas bombas de un barco de guerra que salió de Rota. Son sólo una ínfima muestra de un par de incidentes nucleares causados por los militares (voluntaria o involuntariamente) de los que se tiene conocimiento, que se cuentan por varias docenas: desde los nazis en 1942 hasta el submarino ruso Kursk en el 2000, pasando por las pruebas en los desiertos de Nevada o en los atolones de Bikini que quedaron hechos una mierda, o las pérdidas de explosivos nucleares en el Mediterráneo. Muchos de ellos apenas están documentados. En el campo civil, son innumerables los casos de accidentes y escapes de distintos niveles de gravedad que han ido dándose especialmente en las centrales nucleares, cuyo máximo exponente durante mucho tiempo fue el de Chernobyl de 1986. Resulta imposible cuantificar en un cálculo aproximado las muertes, enfermedades y malformaciones que por todo ello se ha causado entre los seres vivos, incluídos los humanos.
Otro caso poco conocido y llamativo fue el del accidente chapucero-militar en la JEN (precedente del CIEMAT) de la Universidad Complutense en 1970 en Madrid, entre cuyas consecuencias figura el vertido de refrigerante altamente contaminado. Hoy en el entorno de la Ciudad Universitaria se siguen registrando dosis de radiactividad superiores a lo normal
Mientras tanto, a las pocas semanas del reventón en los reactores de Fukushima de marzo de 2011, cuya consecuencia inmediata fue la diseminación de partículas radiactivas en el aire y el vertido al mar de miles de toneladas de agua contaminada, se registraron en la otra punta del planeta cantidades notables de Yodo-131 y Cesio radiactivos en la atmósfera. Su origen procedía, efectivamente, de esta Central.